viernes, 7 de mayo de 2021

A LA OPINIÓN PÚBLICA


El Claustro de profesores y profesoras y el Consejo de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de Antioquia, sentimos una gran preocupación por los acontecimientos que han sucedido en el país desde el pasado 28 de abril, cuando se iniciaron las protestas públicas, principalmente por el proyecto de reforma tributaria que había puesto a consideración del Congreso el Gobierno Nacional, pero también por el cabal cumplimiento de los Acuerdos de Paz, la renta vital básica, la posible reforma al sistema de salud, entre otros. Por lo anterior, queremos hacer públicas algunas consideraciones.

1. Tal como se consagra en la Constitución, la protesta es un derecho inalienable de todo el pueblo, que el Estado no puede desconocer y, al contrario, tiene el deber de garantizar. En este ejercicio debe primar la vida como valor supremo.

2. En estos días de protestas populares se han denunciado y documentado una serie de atropellos que, dolorosamente, se han concretado en más de una veintena de muertos, hasta el día de hoy; así como detenciones arbitrarias, desapariciones, agresiones físicas, diversas violencias contra las mujeres, uso indiscriminado de armas letales y no letales, capturas indiscriminadas, irregularidades en la persecución penal de las personas capturadas, malos tratos durante la retención, imputaciones infundadas y desproporcionadas, imposición de medidas de aseguramiento injustificadas (fundamentadas en informes de policía que no se corresponden con los hechos) y amedrentamiento y estigmatización a los abogados defensores.

3. Han sido también muy graves los abusos que se han cometido contra menores de edad (entre los 14 y los 18 años) como esposarlos, desconocer la presunción de la minoría de edad y por consiguiente tratarlos como mayores de edad, divulgar públicamente sus imágenes, mantenerlos indebidamente retenidos hasta por treinta y seis horas, cuando legalmente es improcedente cualquier limitación a su libertad; todas estas prácticas son contrarias a lo establecido en la normatividad internacional y en el Código de la infancia y la adolescencia. Igualmente la violencia desproporcionada en contra de las mujeres y la violación fragrante a sus derechos humanos entre ellos, el derecho a una vida libre de violencias, tal como lo establecen normas internacionales como la Convención de la CEDAW, Belén Do Pará, CADH y la Ley 1257 de 2008.

4. Las anteriores prácticas demuestran un uso sistemático y sin control de la violencia por parte de las autoridades, que contradicen los mandatos constitucionales e internacionales de hacer uso de la violencia estatal solo como último recurso para evitar mayor violencia y siempre ceñido a parámetros de idoneidad, proporcionalidad y necesidad.

5. Nos preocupa profundamente que se revivan doctrinas sobre la seguridad, conforme a las cuales quien protesta es un enemigo, al que hay que derrotar por cualquier medio y no un opositor, al que se le debe respeto y el cual debe ser oído como un fundamento imprescindible de un Estado que se proclama democrático, social y de derecho.

6. Estas protestas ocurren en un momento en el que el país atraviesa una grave crisis social y económica, en parte propiciada por los efectos de la pandemia, pero seguramente incrementada por factores estructurales como la gran inequidad social, que ha aumentado por las limitaciones para el ejercicio de muchas actividades económicas de gran parte de la población y que es exacerbada por una propuesta de reforma tributaria tan ampliamente rechazada, que el mismo gobierno retiró del Congreso de la República. Por lo tanto, reducir las protestas a actos que solo quieren producir desorden, y calificar a los participantes como vándalos, terroristas, aliados de grupos al margen de la ley, es miope y significa cerrarle las puertas a la necesaria discusión que hay que emprender para buscarle una solución. En las calles se están manifestando trabajadores, indígenas, campesinos, afrodescendientes, mujeres, organizaciones sociales, barristas, población LGTBIQ+ y una inmensa cantidad de estudiantes, profesores y jóvenes, que se sienten en un país que les cercena la posibilidad de tener un futuro mejor. Todos son grupos sociales que merecen el mayor respeto y atención a sus peticiones.

7. Consideramos de suma gravedad los obstáculos que se han impuesto al ejercicio de las funciones de los defensores de derechos humanos, la prensa, a instituciones como las personerías municipales en algunos lugares y hasta a la misión de la ONU en la ciudad de Cali. Impedir el cabal desempeño de las funciones de estos organismos y estas instituciones, dibujan un modelo político que repele el control que debe tener el ejercicio del poder en una democracia y en un Estado de Derecho.

8. Resulta desconsoladora la ausencia casi absoluta que se ha percibido de parte de organismos que deberían estar vigilando el respeto de los derechos de las personas en todo el país y controlando el ejercicio de la autoridad pública, como la Defensoría del Pueblo y la Procuraduría General de la Nación.

9. También es sumamente preocupante que en muchos municipios del país se pretenda desplazar a las autoridades civiles, por las autoridades militares, bajo un dudoso entendimiento de la “asistencia militar”.

10. Nos oponemos a que el Gobierno haga uso de la medida excepcional de la conmoción interior, y en su lugar pedimos que se propicie un diálogo serio e incluyente que permita una solución civilizada a la grave situación que vive el país y compartimos el llamado urgente del Comité Rectoral “a la reflexión, al análisis y a la concertación, y pedimos a las autoridades y a los movimientos y colectivos sociales y políticos, la priorización del reconocimiento y la defensa de los derechos humanos, y la apertura, también urgente, de los escenarios y espacios necesarios para que las vidas de tantas personas no sigan estando amenazadas y libradas por el azar que se deriva de las violencias cruzadas e incontrolables”.

Queremos finalizar recordando que los conflictos son inherentes a cualquier sociedad y que el Estado de Derecho es una fórmula que se ha ideado en la cultura política democrática de occidente, como la manera de reducir al máximo la apelación a la violencia para tramitar esos necesarios conflictos y para eso es importante que, en momentos de crisis tan agudos como los que estamos viviendo, se reactiven los mecanismos del Estado de Derecho.

En tal sentido, es imperativo el control a la actividad de las autoridades, que, además, deben estar atentas a satisfacer en la medida de lo posible las demandas de los gobernados para avanzar en un mayor bienestar y en la efectividad de sus derechos.

Por lo tanto, hacemos un llamado a los organismos de control, para que cumplan cabalmente sus obligaciones: que velen por el adecuado ejercicio de las funciones de defensores de derechos humanos, que no se obstaculice ni se estigmatice el trabajo de los abogados, ni de periodistas y por lo tanto, que se permita informar objetivamente lo que está sucediendo. Exigimos, finalmente, que jueces y fiscales cumplan sus deberes constitucionales y legales, respetando y haciendo respetar los derechos fundamentales de los procesados.

Medellín, mayo 5 de 2021



miércoles, 28 de octubre de 2020

EN MEMORIA DE CAMPO ELÍAS GALINDO ÁLVAREZ

En un escenario colombiano tan difícil como el actual, donde las acciones de violencia nos acechan con mayor ímpetu y la construcción de paz se ve atacada por la misma muerte, es necesario avivar los lazos de solidaridad y los tejidos de esperanza que nos acerquen a una realidad social más justa, respetuosa por la vida, los derechos y la diferencia. Sin olvidar a aquellos que han visto sacrificada su propia existencia a favor de estas causas que defienden la transformación social, compartimos mediante esta publicación algunos sentimientos y reflexiones que nos emergen, en torno a la memoria de Campo Elías Galindo Álvarez, intelectual y líder social que deja huella en la comunidad académica y política.



María Botero Mesa, octubre 5 de 2020

La vida continúa. 
Hace cinco días la muerte se nos sentó en el pecho. Y hoy la vida continúa. 

No fue la muerte como tal la que me hizo llorar sin consuelo esa tarde del primer día de octubre. Fue la acción humana: a Campo lo mataron. 

“Por pensar” me dije, lo mataron por pensar y decir lo que pensaba y porque al hacerlo podía cambiar el curso de las cosas. Lo mataron entonces queriendo negar el cambio. 

En una carta a su madre, a los 17 años, Campo dice con orgullo que sabe que ha cambiado y que por eso se considera “el más vivo de los vivientes” porque fue de los que nacen para buscar la verdad y eso le permite estar dispuesto a todos los cambios que esa búsqueda le imponga. “Continua evolución es eterna juventud” afirma. 

Pienso que morir es parte de esos cambios y no el final de su búsqueda. Uno-porque su búsqueda no es individual; dos-porque las convicciones que le hicieron sentirse “el más vivo de los vivientes” siguen vivas en su legado; tres- porque matar para evitar el cambio profundiza nuestra convicción en la necesidad de ese cambio, acrecienta nuestro coraje, impulsa nuestra capacidad de hacernos colectivo y hace que recordemos con más fuerza las palabras, acciones, gestos, enseñanzas y preguntas que compartimos con él. 

Lo mataron queriendo negar el cambio pero lo que hicieron fue afirmarlo. Siento que la verdad es el movimiento y no la quietud y quienes acuden a la muerte buscando aquietar se equivocan: morir hace parte de lo que somos, y somos movimiento. Morir es una de las grandes verdades y por eso quienes buscamos la verdad no le tememos a la muerte. La muerte es lo contrario a la quietud. 

Quien teme al cambio teme a la verdad, y quien teme a la verdad le teme a la muerte. Por eso nos matan, porque ellos temen morir y porque saben que nosotras y nosotros, que vivimos sin miedo, tenemos el poder. 

Yo no me siento frágil por ser mortal. Yo no me siento débil por sentir dolor. Duele profundamente que nos disparen, que nos apuñaleen, que nos corten la vida. Pero nuestro dolor y nuestro sentir no les pertenecen a quienes lo causan. Ellos no logran nada. Quienes arrebatan la vida, no logran nada más que cargar con su propia miseria, y ojalá, por el bien de todos y todas incluidos ellos mismos, decidan soltarla. 

Nuestro dolor no les pertenece porque nuestro dolor es también nuestra fuerza porque nos recuerda lo esencial, nos mueve y nos con-mueve, nos impulsa a cambiar lo que debemos cambiar y nos une en el abrazo profundo de quienes cuidan la vida. Junto a Oriana y Gonzalo, nos hermanamos todos y todas las que no hemos sido criadas para la guerra y que como ella y él hemos aprendido a montar en bicicleta sin tener miedo de seguir pedaleando aún después de que la mano cariñosa de quien cría nos suelte y confiando en nosotrxs nos vea continuar. 

Sí, la vida continúa y continuaremos defendiéndola y gozándola a plenitud.




CICATRICES 

Por: María Adelaida Galeano P.

Si las cicatrices del alma se me dibujaran en la piel, sería evidente que las lesiones no se circunscriben a un pasado reciente, y quedaría al descubierto que su génesis se remonta casi a la del mismo cuerpo, pues cada una se ha tomado su espacio desde que mis ojos y mente aprendieron a trabajar en equipo para hacer memoria de una Colombia cruel. 

Quizás el más sensato sentido de la cicatriz sea el recordarnos, recordarnos que algo que nos hizo sufrir entre leve e intensamente forma parte de nuestra vida y adquiere un sentido particular, porque corresponde a una historia que, en su momento, percibimos con un sabor, olor, color o sentimiento específicos que la habrá hecho sin igual a las demás. 

No sé si debiera extraer algún aprendizaje de cada uno de estos recuerdos que albergan mis cicatrices, pero lo que sí sé, es que la memoria que he edificado y reconstruyo día a día a partir de lo que sucede en tan agitado contexto, no está hecha para alimentar desesperanza, rencor, ni mucho menos deseos de violencia o venganza. 

Creo que la mejor manera de solidarizarnos con las víctimas de estas cadenas de distopía, hasta donde invisiblemente viajo para acompañarlos cuando también me duele su sufrimiento, es precisamente abogar por otros valores y sentimientos contrarios a los ánimos destructivos, capaces de sembrar empatía, transformar y sanar.

Homenaje a Campo Elías Galindo A., Medellín. Octubre de 2020



Mi última gran cicatriz, fruto de esa matriz de convulsión social basada en la indolencia, injusticia y los odios, escapa sin embargo a la línea subsistente por tantos años; lo excepcional en ella, es que su detonante me alcanzó demasiado cerca: tocó la vida del padre de un amigo, y no cualquier amigo.

Con Galindo hijo, he compartido espacios universitarios tejidos por el diálogo y las relaciones fraternas; he crecido en ambientes de respeto que se nutren de la diversidad de miradas y se abren a las voces de “los otros”; he ampliado mi visión en unión con perspectivas críticas y que nos invitan a posibilidades de acción más humanas desde el derecho.

Con Galindo hijo, pusimos granitos de arena para que una comunidad olvidada por el Estado cuente con el derecho humano al agua potable; viajamos fuera de la ciudad para aprender del encuentro entre semilleros académicos; nos reunimos en la sala de cine para descubrir lo que nos cuentan las películas; hemos sabido lo que es trabajar en equipo para que la idea de Derecho, Resistencia y Movimientos Sociales llegue hasta un auditorio con la presencia de quienes más merecen ser escuchados; y también, hemos soñado con que en este país se conquiste la paz.

A Galindo padre, líder social e intelectual que también le apostaba a un cambio, lo conocí y lo seguiré conociendo a través de su hijo, mi amigo y compañero de aventuras intensas, dotadas de vigorosidad juvenil y trazadas por búsquedas sabias; además del legado con el que Campo Elías nos sigue acompañando, y que muchos acogemos como nuestro.

Aunque esta última gran cicatriz tomará su tiempo en cerrar, la esperanza y la alegría al reconocer nuestro potencial creativo y transformador, es lo que me impulsa para seguir adelante, para creer, para mantener firme el propósito de construcción incansable de otras realidades.

Porque la existencia de nuestras cicatrices no ha de ser en vano, y por más grandes y vulnerables que puedan ser, ¡por más que duelan!, su destino no ha de reducirse a su mera colección para la lamentación, al contrario, han de trascender a una memoria con sentido que nos conecte constantemente con el sentir de los otros, que nos llame con fuerza a seguir dándolo todo para destrabar el rompecabezas de nuestra historia y para aportar a un proyecto de sociedad distinto, ese con el que Campo Elías Galindo Álvarez también soñó y por el que tanto entregó.

viernes, 9 de octubre de 2020

¡SEGUIMOS UNIDOS! PORQUE TRAS UNA VOZ QUE SE APAGA HAY MUCHAS QUE LA ENCIENDEN

 COMUNICADO A LA OPINIÓN PÚBLICA

“De la mano de las Ciudadanías Libres, la sociedad colombiana es hoy más crítica que en años anteriores y más sensible a los abusos y a la arbitrariedad de las élites que gobiernan”

Campo Elías Galindo Álvarez

No son tiempos para nada fáciles, nadie nos dijo que lo fueran a ser, nadie nos prometió que el paraíso sería nuestro, y mucho menos, nos dijeron que fuéramos a estar a salvo. Al contrario de ello, esta realidad se ha empeñado en demostrarnos, desde que la conocemos, de los riesgos que implica creer en lo que creemos, soñar con lo que soñamos y ser quienes somos; y aunque hemos sido conscientes de esto, no deja de doler que la experiencia atrapada en un “Nos están matando” no sea una frase hueca sin sustento, ¡ojalá lo fuera!, pues es la materialización de la irracionalidad y el odio la que hoy nos acecha y nos mira a los ojos, pretendiendo que el miedo nos consuma, y que al fin explota la burbuja que se pretendía intacta, que nos sacude, y nos dice “¡despierta, que no soy un fantasma!”.

El asesinato del líder social e intelectual Campo Elías Galindo Álvarez, padre de nuestro querido compañero y amigo Gonzalo Galindo Delgado, integrante del Semillero de Sociología del Derecho y Teorías Jurídicas Críticas, es un acontecimiento que rechazamos y lamentamos desde lo más profundo de nuestro ser, que dolorosamente se suma a la violencia sistemática que vivimos actualmente en nuestro país, Colombia, en contra de defensores de derechos humanos, líderes sociales y excombatientes de las FARC, y que atenta decididamente contra los esfuerzos de construcción de paz.

A pesar de este duro golpe que nos atraviesa el alma, no nos quedamos con el dolor paralizante, ya que reconocemos que este no deja de ser un hecho que nos recuerda a gritos la urgencia de formarnos continuamente en pensamiento crítico, de mantener nuestro compromiso y acciones por una transformación social, y el valor y respeto necesarios hacia voces valientes que se atreven a leer agudamente nuestros contextos, a denunciar las injusticias y a apostarle a un HOY distinto, más incluyente y respetuoso de los derechos.

Por eso, más que nunca, los integrantes del Semillero tenemos la certeza de que estos sentimientos y propósitos tan valiosos y esenciales para nuestra sociedad, están y permanecerán vivos en cada uno de nosotros, así como en todos nuestros proyectos conjuntos. Nuestros encuentros en los pasillos y aulas de clase universitarias de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas, han sido testigos desde nuestros inicios de esa chispa común para estudiar con ilusión, para dialogar con respeto en medio de la diferencia, para soñar con firmeza, para aceptar la pluralidad, para construir colectivamente, para vivir y sentir que los vínculos fraternos conformados por el más fino de los tejidos humanos nunca se pueden romper, NUNCA.

Nuestra experiencia nos deja lecciones de por vida que nos señalan cómo el consenso social, la aceptación del otro, la sana convivencia, el afecto, la humildad, la horizontalidad en las relaciones, el respeto, la empatía, la discusión con base en las ideas, en la participación y la escucha, son elementos clave de un proceso de construcción de paz y cambio social, objetivo por el que muchos venimos trabajando, objetivo por el que Campo Elías venía alzando su voz, compartiendo sus conocimientos y estructurando sus análisis. Esto nos convence de que la mejor forma de honrar su memoria, así como la de todas las personas que han entregado su vida por estas causas en nuestro país, es continuar con estas luchas hechas a punta de esos vínculos fraternos que tristemente se nos convierten, no pocas veces, en batallas a muerte.

Gonza, hoy te abrazamos con la seguridad de que somos, también, los que fueron y son con nosotros. Las enseñanzas de tu padre son reflejo, y a su vez, convencimiento firme de cambio, de esperanza, de amor y de lucha por y con las ciudadanías libres, aquellas que se toman de las manos y unen sus voces contra las injusticias sociales y contra la infamia del terror. Hoy queremos ser expresión de esa actitud decidida, vehemente e inamovible, para seguir construyendo los vínculos que hemos de tejer en nuestro camino, que serán soporte de nuestras causas, ideas, sentimientos y argumentos, pilares de una fortaleza inquebrantable de transformación social.

Sí, tomados de las manos y uniendo nuestras voces, nos solidarizamos con vos y con tu familia. Te acompañamos desde lo más profundo de nuestros seres para mantener el legado de tu padre que, por su sensibilidad y compromiso social, también es un legado de cada uno de los integrantes del Semillero. Ya no más asesinatos, ya no más violencia, ya no más irracionalidad, ya no más odio; por favor, ¡YA NO MÁS!

Ni la más cruel de las violencias nos condenará al silencio, porque creer y darlo todo por otro mundo posible no es ingenuidad, es la sensatez de la esperanza.

Semillero de Sociología del Derecho y Teorías Jurídicas Críticas

Universidad de Antioquia

Octubre de 2020


martes, 7 de abril de 2020

AGUA A CRÉDITO HOY, SED Y DEUDAS PARA MAÑANA


Comunicado. Abril de 2020.

El pasado 27 de marzo recibimos una carta de Empresas Públicas de Medellín[1]. Está dirigida a clientes, usuarios y comunidad en general. La manera como nos nombra nos anuncia el lugar desde el cual calcula los problemas y diseña las soluciones. Comienza afirmando que se deben a la gente, que su “conciencia de servicio a la comunidad adquiere una importancia mayor en un momento como este” y que son “conocedores de la importancia del agua potable (...) para proteger la vida, la salud y el bienestar de nuestras familias”. 

Luego anuncian las medidas que la Empresa está dispuesta a tomar para garantizar que la venta del servicio de acceso y suministro de agua potable siga siendo posible aún en tiempos de emergencia y que además abarque a la totalidad de sus clientes, incluso a los hogares morosos. 

En la carta, EPM nos explica que por Ley está obligada a seguir contabilizando los consumos durante este periodo. Por esta razón dispuso “que los clientes y usuarios puedan refinanciarlos bajo condiciones especiales”. Además, bajo su criterio de solidaridad, decidió renunciar, durante el periodo que duren las medidas de aislamiento, al cobro de intereses por mora en los que incurramos por el pago inoportuno de la factura. Asimismo, suspenderá el abono automático del 10% a la deuda pendiente de las personas en las recargas prepago de agua potable. Finalmente, se compromete a reconectar y reinstalar el servicio a petición de cada una de las personas que estaban siendo privadas del mismo. 

Estas acciones dejan ver algo que no es nuevo. Desde la gestión empresarial del agua somos clientes, no ciudadanas y ciudadanos con derechos políticos, económicos, sociales y ambientales, y la garantía de nuestros derechos se supedita a la capacidad de pago de una factura. Dichas acciones igualmente reflejan la constante tendencia de la empresa de mercantilizar un bien común y un derecho humano esencial para nuestra existencia: el agua. 

A pesar de ser un derecho humano existe una paradoja en cuanto a su protección se refiere, puesto que la Constitución Política de 1991 que pretendió garantizarlo, al mismo tiempo hizo que se privatizara a través de la apertura y consolidación del modelo neoliberal. En el caso de los servicios públicos autorizó a particulares a prestarlos, expidió la ley 142 de 1994 con enfoque empresarial y permitió la transformación de nuestras empresas públicas en empresas comerciales e industriales del Estado. 

Sin duda, lo que nos desconcierta es que, aun en tiempos de crisis, se insista en afirmar que el agua como mercancía es compatible con el agua como derecho humano fundamental. Esta lógica empresarial, en medio de la mayor amenaza de salud pública del siglo, no puede inspirar más que otra innovación comercial: ¡Agua a crédito! 

Nos preocupa pensar en la realidad que viven más de un millón de personas desconectadas, por sólo mencionar el caso de EPM en todo el territorio donde opera. Antes de que se declarara la emergencia, ¿acaso no era urgente para el Estado garantizarles el acceso al agua? ¿Se puede vivir, más que sobrevivir, sin agua, con o sin pandemia? Es claro que la lógica del mercado no está garantizando derechos fundamentales. 

Las preocupaciones de EPM están orientadas sobre todo a garantizar su sostenibilidad económica. Más allá de la sostenibilidad de las empresas para sí mismas o para ampliar su portafolio de negocios, deberíamos pensar en una sostenibilidad destinada a representar el aumento de capacidades para la priorización de la vida, la dignidad y la equidad de las personas. 

En este contexto, ¿qué es entonces lo público de Empresas Públicas de Medellín? Al ser estatal, el Municipio de Medellín está llamado a velar a que sus utilidades sean reinvertidas en la garantía de derechos de su propietaria final, la ciudadanía. Ofrecer agua a crédito hoy, es asegurar sed y deudas para mañana. 

Tenemos la seguridad de que nuestro ordenamiento jurídico permite tomar medidas contundentes, aunque en muchas disposiciones respalde la lógica voraz de la acumulación y el lucro. Nos preguntamos entonces, ¿ni siquiera en estos tiempos de emergencia es posible pensar desde la institucionalidad otros modos, realmente creativos, de responder a los problemas y necesidades colectivas? ¿Qué tal pensar en posibilidades de gestión desde los recursos públicos en lugar de hacer malabares con el dinero que no tenemos los y las ciudadanas? 

El gobierno nacional tiene que tomar las medidas necesarias para suministrar agua potable subsidiada para las personas que estén en condición de vulnerabilidad por su incapacidad de pago presente. La expedición de los decretos 512 y 513 del 2020 del Ministerio de Hacienda y Crédito Público van en esa dirección al facultar a alcaldes y gobernadores para realizar operaciones presupuestales que permitan atender la emergencia y al permitir el empleo de recursos del Sistema General de Regalías en proyectos de alimentación y suministro de agua. Exigimos al alcalde de Medellín y al gobernador de Antioquia que se ahorren los espejismos de prosperidad futura que soportan los créditos y que traduzca en acciones su responsabilidad como principales garantes de derechos fundamentales. 

El Municipio de Medellín, en particular, debe garantizar en medio de la emergencia -y aún sin ella- la reinversión de las utilidades de la Empresa en la materialización al acceso y suministro de agua para su población, reconociendo que a quienes llama clientes se les debe tratar como ciudadanía, es decir, garantizarles el derecho humano fundamental al agua, en especial, a aquella población que ha sido vulnerada por nuestra enorme inequidad. 

Además, ambos entes territoriales deben pensar también en su ruralidad y en los bordes urbano-rurales de sus territorios, en su mayoría beneficiados por la gestión histórica de los acueductos comunitarios. Exigimos el respaldo a estas organizaciones desde la coordinación interadministrativa y la celebración de acuerdos público-comunitarios que posibiliten el fortalecimiento de sus sistemas de agua, garanticen el acceso a los suministros y mecanismos requeridos para poder continuar su tarea, que valga recordar, realizan sin ánimo de lucro. Además, con mayor razón frente a la gestión comunitaria del agua, deberán pensarse alternativas de apoyo desde la gestión de recursos públicos a la población beneficiaria que se vea en la imposibilidad de contribuir con la cuota familiar mensual. 

En últimas, instamos al Estado a proteger a los cientos de familias que actualmente están desconectadas por la gestión empresarial del agua y que a futuro se verán seriamente afectadas por las lógicas implementadas por EPM, y lo instamos también a reconocer y respaldar la labor realizada por los acueductos comunitarios. Esta crisis no puede configurarse como un escenario que propicie mayores vulneraciones a los derechos fundamentales. Resulta urgente que tanto EPM como el gobierno departamental y municipal garanticen a la ciudadanía el acceso al agua, puesto que de no ser así, se estaría atentando contra el derecho humano a la vida. La supervivencia de nuestra especie depende del agua y el suministro del agua en este contexto de pandemia mundial no puede pender de una economía rapaz y deshumanizante. 

Suscriben:



           Corporación Amiga Joven



                                                                                                      
           

           Corporación Con-Vivamos                       
             
 


      
           Corporación Educativa Combos

                              
                           
       
           Corporación Jurídica Libertad                                                                                     
                      
                     
 
         
       
           Corporación Primavera









           Corporación Vamos Mujer



        Corporación para la Vida Mujeres que Crean




           Instituto Popular de Capacitación









           Mesa Interbarrial de Desconectad@s












        Mesa de Vivienda y Servicios Públicos Domiciliarios Comuna 8








          Red de Mujeres Populares






           Ríos Vivos






           Grupo de Estudio en Ecología Política y Justicia Hídrica,       
           Universidad Pontificia Bolivariana





        Semillero Sociología del Derecho y Teorías Jurídicas Críticas,
        Universidad de Antioquia








          Corporación Ecológica y Cultural Penca de Sábila